El Día de Acción de Gracias es una de las fechas del calendario más importantes para Estados Unidos. En esta ocasión existe una tradición que se originó en 1621, cuando los colonos de Inglaterra celebraron la primera cosecha junto con los nativos. El evento fue en el otoño de ese año, y en honor al mismo, el Gobernador Bradford dedicó un día a dar gracias a Dios, luego de haber cosechado el fruto de sus esfuerzos.
Esto suele estar representado por la cornucopia, un símbolo de prosperidad, típicamente una canasta de mimbre hueca con forma de cuerno llena de diversas frutas y verduras de temporada. Los estadounidenses asocian la cornucopia con la festividad de Acción de Gracias.
Parte de lo que hace que este momento sea memorable e histórico es que la mitad de los colonos murieron durante el primer invierno después de su llegada, por lo que la cosecha exitosa fue una especie de esperanza para los que aún estaban vivos.
Más de cien años después, en 1789, el presidente George Washington declaró feriado nacional el Día de Acción de Gracias, que ese año tuvo lugar el jueves 26 de noviembre. Pero todavía faltaba algo para llegar a lo que tenemos hoy. No fue hasta 1863 que, con el objetivo de unir a todo el país en un mismo día, el presidente Abraham Lincoln proclamó el último jueves de noviembre como Día Nacional de Acción de Gracias.
Con el paso de los años este episodio se consolidó como motivo de una de las festividades más destacadas de Estados Unidos. Hoy en día se ve como una oportunidad para pasar tiempo con la familia, lo que para muchos estadounidenses significa viajar a otros lugares.
El pavo al horno puede ser el plato estrella del Día de Acción de Gracias, pero todo el mundo sabe que lo que realmente completa la comida son las guarniciones. Coles de Bruselas, cazuela de boniato, relleno, salsa de arándanos, tarta de calabaza… estos son los componentes que realmente convierten esta comida en una fiesta
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